Dios se hace presente en los lugares en los que el hombre y la mujer se encuentran con las mayores dificultades, para sacarlos de la opresión, la tristeza, la desesperanza, la falta de libertad.
Jesús también estuvo preso en Jerusalén y nos dice en el Evangelio “Venid benditos de mi Padre por que cuando estuve en la cárcel vinisteis a verme”.
Cada persona privada de libertad es un hijo de Dios, con derecho a ser feliz y a conocer la verdad que le hará libre.